Nada cambió de manera inmediata tras la caída del Arca, las enfermedades graves rara vez te matan de una vez; por el contrario, la cicatriz que se abrió esa noche fue solo el comienzo, el comienzo de la muerte del viejo mundo, pero tomaría un tiempo para que todo lo que conocíamos se desechara y nos acostumbramos al nuevo mundo que surgió de las cenizas.
Cuando los gigerianos comenzaron a adentrarse en áreas urbanas no pasó mucho tiempo para que el caos que le seguía a una infestación se manifestara, miles de larvas alienígenas infectaban los cuerpos que mantenían la ciudad viva, en el pasado fue una buena idea construir viviendas de esa manera, apilarnos unos sobre otros en espacios relativamente reducidos, era lo más eficiente, era lo mejor, pero esos edificios que construimos jamás tomaron en cuenta la posibilidad de que una criatura terrible se adentrara bajo la cubierta de la noche, escalando, arrastrándose, asechando y de manera silenciosa callara los gritos de sus habitantes con garras y dientes.
Durante esta época fue que los primeros equipos de la Red de Defensa Humana se formaron, días después de la caída del arca las organizaciones militares globales comenzaron a compartir información, prácticamente todas las guerras humanas se detuvieron cuando la mayoría comprendió que de nada servía tomar un país si no podían defenderlo de los gigerianos.
El mundo hizo un esfuerzo titánico para fabricar y distribuir los componentes que construyeron las primeras ciudades, lo que quedaba de la demonizada globalización dio un último halo de productividad y eficiencia antes de casi desaparecer por completo. El proyecto Testudo se puso en marcha y la humanidad abandonó las ciudades tradicionales en búsqueda de un futuro mejor.
Las ciudades Testudo eran complejos prefabricados, que se transportan en la espalda de bestias mecánicas desarrolladas antes siquiera de la caída del arca, se adaptaron los planos de camiones fabricados para transportar toneladas de materiales, y se les puso un corazón en la espalda, un reactor nuclear “portátil” que serviría como fuente de energía para animar nuestros nuevos hogares. Flotas de 3-4 camiones se movieron por el país hasta ubicaciones designadas, planicies, sin grandes bosques alrededor, dónde fuera sencillo ver al enemigo.
Los humanos fueron ampliamente cazados durante los meses que siguieron a la caída del arca, si nuestros soldados no perecían devorados y utilizados como alimento para los Gigerianos, sus cráneos terminaban adornando el atuendo de caza de un Venyator, antes se solía decir que la humanidad necesitaba un enemigo común para unirse, pues eso no funcionó demasiado bien, las cabezas de las milicias también terminaron adornando los vehiculos de los Desquiciados, sin embargo, lo que si aprendimos fue que es mejor morir al lado de tus hermanos, que perecer solos, la unión nos hará fuertes y juntos intentaremos sobrevivir, o al menos moriremos como uno.
La Red de Defensa Humana compartía los protocolos de transporte, debíamos de asegurarnos de que los camiones enormes que transportaban los componentes para construir las nuevas ciudades llegaran a su destino de manera exitosa.
Un miembro de la Red sabe que su deber no está en la construcción, no es uno de los cuerpos de ingenieros que cooperará para la construcción de las nuevas ciudades, ni siquiera un médico que mantendrá y procurará vidas humanas, un administrativo de logística o cerebrito programador. Un miembro de la red hace lo que tiene que hacer para defender la vida humana y en esta nueva tierra eso es pelear. Pelear contra los saqueadores que intentan robar y desmantelar las caravanas, pelear contra las criaturas que intentan consumir los campamentos mientras la ciudad se alza, pelear contra todo enemigo que se interponga entre la humanidad y su nuevo destino. Un miembro de la red peleará hasta el día en que muera.